TAROT
Las cartas se tiraron.
Los dados se jugaron:
-No poseerás un hombre.
(Necesito los poemas y
esa prosa que malogran
cualquier otra relación).
Fundarás una familia.
Tendrás tres hijos.
Socavarán tus días con la
monótona rutina de los días.
Tendrás un hogar mas no un refugio;
No el regazo protector de
una pareja;
No el dinero ni la paz.
Te restará un sendero y
el oficio de andar.
El camino de tu vida
lo quiero Yo. Soy tu Dios-
CAÍN, ABEL
Caín, Abel.
Unamuno, lo dual,
la duda, el martirio.
El Edén oscuro.
El sacrificio vano.
Un hexámetro incorrecto.
Un bemol fuera de tono.
El surco desfigurado.
El río, el agua,
el pálido aleteo del
pez ahorcado.
El peso de una hoja,
las máscaras sin nombres,
los sueños inconclusos.
El oscuro Dios de los cristianos.
UNA MUJER HERIDA
Una mujer herida
se detiene.
Inefables preguntas la
atormentan.
Desolada se agita
desgranando miedos.
Su futura ceniza no
encuentra la paz.
Intolerables manías la
alejan del llanto.
Su soledad la hiere.
Alerta vigila el futuro
pero se desangra en nada.
Cada eco monótono de
sus obsesiones la dejan vacía.
Herida en el centro de su
alma, codicia la Eternidad.
MONOTONA RUTINA
Me levanto, me acuesto, me desvisto,
me despierto, sollozo, me cuestiono,
me interrogo, me deprimo, me adormezco
y siento -entre apuros zigzagueantes-
no lograr descansar eternamente,
respirar sin ser persona,
entre apuros cotidianos.
La vida se me escapa de los dedos.
Respiro un aire insano, rutinario.
Se levantan mis miembros -no mi alma-.
Se despierta mi cuerpo -no mi mente-.
He dejado de existir. Soy sólo un ente.
EL PUÑAL
El puñal socavando
mi carne prieta,
ávida de sangre.
De áspero metal, la atroz
herida de mi muerte.
El molesto sentimiento
vano y vacuo
de ejecutar mis días
para gloria de mis pares.
Y también los otros,
los que ensalzan laureles:
una mujer de Oriente
o un mendigo del Poniente.
Poco importa; la sombra
abrazará mi mundo entero.
DESPERTE
Desperté mirando rostros
para volver al sueño.
Quién canta allá a lo lejos
donde despertar es imposible?
Algo mío se hundió en la tierra
y seguirá cayendo siempre.
En la palma de mi mano
busco el hueco de mi alma
para vaciar toda la memoria
en mi memoria
en esa vastedad sin horizontes.
El viendo empuja la luz
y ésta oscurece espacios.
Lo inútil del amor me atormenta.
Estalla en mí la pasión
y se aquieta; tengo miedo
de amar nuevamente.
Mi sueño invoca un nombre
y si despierto, me lleno de zozobras.
No quiero que descubra este delirio
donde respira su recuerdo.
Estoy invadida por tinieblas.
Nada mío camina por el mundo.
Exhibo cicatrices transparentes,
silencios que son vanos.
Mi sombra gime a tientas y lo busca.
Buscará siempre lo nuestro
Donde despertar es imposible.
martes, 1 de enero de 2008
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